Puerto Madryn, Punta Tombo y Puerto Pirámides
- florencia-tasinato
- 9 mar 2022
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 14 ago 2024
Noviembre de 2014.
El trayecto a Puerto Madryn lo hice también en cole. Es un viaje de casi 12 horas. Lo bueno es que la empresa contaba con servicio de azafato a bordo y nos sirvieron cena y desayuno. También nos dieron mantita y almohadita. No es que haya contratado un servicio prémium, es lo que hay. Para ese recorrido también me vendieron dos pasajes: uno de El Bolsón a Esquel y otro de Esquel a Madryn, aunque en Esquel no hay parada casi. La empresa en este caso fue Don Otto. El primer tramo me costó $120 y el segundo $ 615. Partí a las 20 h de un día y llegué alrededor de las 8 h del día siguiente.
Yo hice pie en Madryn y fui a conocer los otros dos lugares solo por el día. Gracias a la recomendación de una excompañera de trabajo, Pao, que se mudó hace 2 años a la Capital Nacional del Buceo, me hospedé en el hostel La Casa de Tounens. Se los recomiendo si lo que buscan es un sitio tranquilo y de ambiente familiar (en el sentido de que realmente te hacen sentir como en tu casa porque todo es superrelajado). Además, el desayuno que sirven es de los más completos, con pan y tortas caseras horneadas en el momento. Y en cuanto a la relación costo/calidad del servicio, es el mejor que conocí en toda la Patagonia. Por $114 la noche en habitación compartida con baño incluido y casillero personal, tenés acceso a té y café durante todo el día, compu con Internet gratis, una amplia variedad de pelis en DVD, libros, y la buena onda y predisposición de la gente que atiende, inclusive su propio dueño. Vincent está siempre atento a que te sientas cómodo y predispuesto a ayudar en todo momento.
Podés contratar las excursiones con ellos mismos o si no simplemente pedir asesoramiento. Por ejemplo, es bueno que te aconsejen cuándo ir a Puerto Pirámides y cuándo no porque las excursiones embarcadas, como la del avistamiento de ballenas, no salen cuando hay mucho viento, ya que Prefectura cierra los puertos. Trabajan con Chaltén Travel y, eso sí, no aceptan tarjetas. Otro punto a favor: está ubicado a 1 cuadra y media de la terminal de ómnibus.
Elegí hacer la pingüinera de Punta Tombo primero porque ese día iba a ser muy ventoso. Yo quería pagar con tarjeta de débito así que aproveché mi paseo por el centro y la costanera de la ciudad para darme una vuelta por la agencia y pagar la excursión del día siguiente ahí mismo. El costo fue de $560 y nos pasaron a buscar por el hostel bien temprano. La excursión incluye varias alternativas opcionales por un costo adicional cada una. Por ejemplo, el avistamiento de toninas en Rawson, la merienda en una tradicional casa de té en Gaiman (una de las primeras colonias galesas en el país), o las entradas a los museos de Trelew. Si no estás interesado, mientras los otros pasajeros hacen eso podés salir a caminar y conocer un poco el paisaje del lugar.
Les recomiendo no dejar pasar la pingüinera. ¡Es hermoso tener a los pingüinitos tan cerca! De más está decir que no se pueden tocar y que toda la reserva está muy bien custodiada por guardaparques. Me impactó la prolijidad del lugar... con pasarelas y muchos letreros informativos. En el predio también hay baños y un restorán, pero lo mejor para el presupuesto es llevarse la vianda. Cuando llegamos, los pingüinitos estaban en sus cuevitas, durmiendo. Al rato empezaron a despertarse y a salir. Nunca me voy a olvidar de esa imagen... montones de agujeros en la tierra de donde emergían cabecitas y cuerpitos. Era gracioso y muy tierno verlos. Algunos enfilaron para el agua y los pudimos ver disfrutando de un chapuzón. También hay guanacos en la reserva. Dato adicional: los nacionales tuvimos que pagar $ 40 el ingreso a la reserva y se paga aparte de la excursión, cuando llegás al lugar.
Al día siguiente las condiciones meteorológicas eran más favorables así que me fui a Puerto Pirámides. Para eso tenés dos opciones: contratar la excursión completa por la Península Valdés con una agencia, o tomarte un cole de línea y allá contratar el avistamiento de ballenas embarcado (que era lo que más me interesaba esta vez). Yo opté por la segunda, siguiendo el consejo de Paola, y fue lo mejor que pude haber hecho porque el día anterior me había dejado saturada. No quería saber más nada con pasarme el día entero arriba de una combi chiquita, con poca o cero ventilación. Se hace un poco largo, ya que, como conté, no es simplemente ir hasta Punta Tombo y volver.
En fin, a la península fui con Mar y Valle. A la ida pagué $ 49 y a la vuelta $ 59, ya no recuerdo por qué, je. Y la entrada a la reserva de Península Valdés $ 80 por ser ciudadana argentina. Son unas 2 horas de viaje. Ya en la terminal de Madryn, mientras esperaba el cole, me puse a hablar con un hombre que iba a Pirámides a trabajar y me recomendó una agencia para el avistamiento por lo que al llegar me dirigí a esa (Hydro Sport). En realidad, todas cobran lo mismo así que daba igual. La única que cobra más caro es Submarino Amarillo porque tienen una embarcación con ventanas en la parte que queda por debajo de la superficie del agua, con lo cual se puede ver a las ballenas como si estuvieras nadando con ellas. El tema es que, según cuándo vayas, podés tener la mala suerte de pagar mucho más y no ver ninguna ballena.
Puerto Pirámides es muy chiquito y en la primera bajada, sería la primera calle que baja hacia el agua, están todas las agencias. También ofrecen snorkelling con lobos y buceo. Es muy pintoresca esa callecita porque está llena de barcitos también. Yo llegué justo para la salida del mediodía así que ahí nomás me anoté, pagué los $ 640 y me dieron el chaleco salvavidas. Realmente recomiendo esta empresa porque tanto el capitán de la embarcación como el guía son de lo más copado. Además, se notaba que saben mucho, que tienen experiencia, y que aman lo que hacen. El avistamiento lo encaran de una manera muy respetuosa hacia los animales. No los persiguen, esperan a que ellos se acerquen al bote. Y una vez que llegan al lugar, apagan los motores. No hablan todo el tiempo ni lo hacen a los gritos. Te cuentan sobre la vida y los hábitos de las ballenas y sus ballenatos, pero no te queman la cabeza constantemente hablando. Más bien la premisa es escucharlas a ellas, las protagonistas, y disfrutar de ese momento mágico e irrepetible.
Es indescriptible la sensación de estar tan cerca de esas criaturas enormes. Yo tuve mucha suerte porque vimos montones. Solo quedaban las mamás con sus bebés y les estaban enseñando a respirar para bajar al fondo a buscar comida. Los machos ya habían migrado. Y es muy loco ver que los ballenatos se comportan como todos los bebés. Quieren llamar la atención de sus mamás y lo demuestran. En un momento, uno se había enojado porque la madre no le daba mucha bola y nosotros estábamos más cerca de él que la mamá así que como el capitán notó que estaba nervioso decidió prender los motores y alejarse. Son gente con experiencia, como les contaba, y saben que cuando esos bebés se enojan en serio, una embarcación como la que nos transportaba puede sufrir severas consecuencias. Además, por una cuestión de no seguir invadiendo un lugar que es propiedad de ellos desde mucho antes de que la especie humana llegara.
Hacía realmente muchísimo calor ese día y al volver a tierra firme se sintió. Mi resto del día consistió en descansar tranqui en la playa, en compañía de un perrito callejero que se me sumó. Justo lo que quería, relax. No pasé la noche en la península, pero me hubiera gustado. Quedó pendiente para la próxima visita. Así que volví a Madryn como había llegado, en el Mar y Valle.
Consejitos:
Si andan con un presupuesto ajustado o quieren ver principalmente ballenas y de una manera relajada como yo, les aconsejo no contratar agencia de turismo. Por $50 pueden ir hasta Puerto Pirámides en el Mar y Valle que sale desde la terminal de colectivos de Madryn.
No se olviden el DNI porque en los parques nacionales tenemos descuento.
Hay mucho viento en estos lugares. Imprescindible llevar algo de ropa de abrigo ¡y un gorrito que no se vuele!
Extras:
Parque Histórico Punta Cuevas
No queda mucho por ver de lo que fueron los primeros asentamientos galeses en el país ni bien desembarcaron, pero al menos uno se llega a dar cierta idea de cómo vivieron en esos primeros tiempos. Lo mejor, los carteles... muy explicativos. Según mi contacto local, el mejor lugar para tomar sol al reparo de los vientos y sin llenarse de arena. Y de paso se puede ver una panorámica de la ciudad desde una perspectiva diferente.
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